UD Ibiza 1-0 FC Cartagena

De las malas rachas se sale ganando. Jugar bien o mal se convierte en secundario cuando el hambre aprieta, la clasificación te ahoga y los rivales se te echan encima. Todos lo saben, no hay que dar demasiadas explicaciones o tratar de convencer a ningún seguidor de que se juega bien, si luego no se gana un partido.
El FC Cartagena acumula ya seis jornadas consecutivas sin oler las mieles de la victoria. Ha pasado de la plácida primera posición con seis puntos de ventaja del segundo en la jornada vigésimo séptima, a la tercera plaza, a un punto en estos momentos de los dos primeros clasificados y con una crisis de juego y de identidad que nadie podría haber previsto ahora ni nunca, visto al Cartagena de hace poco más de mes y medio. La victoria y remontada ante el Melilla marcó un antes y un después. El triunfo allí, en tierras norteafricanas el 3 de marzo fue el último, por ahora, de los albinegros, que han languidecido incomprensiblemente cuando todo se les había puesto a su favor.
Ayer volvía a hincar la rodilla por tercera semana consecutiva a domicilio. Lo hizo ante el Sanluqueño en lo que fue considerado un accidente; también le ocurrió en la jornada trigésimo primera frente al Badajoz en un partido que sí que levantó las alarmas al entrenador tras una fatídica segunda parte y lo repitió este domingo en Ibiza ante un oponente que mostró una imagen muy similar a los albinegros, con la salvedad de que los de Pablo Alfaro tiraron de oficio, aprovecharon sus opciones y no se dejaron intimidar por un Cartagena que arrastra la sombra de lo que fue ahora por esos campos de Segunda B.
El equipo de las Pitiusas lo tiene prácticamente todo dicho esta temporada. Sabe que lo tiene muy difícil para meterse en los play off, por lo que su intensidad no podía ser la misma que la de un Cartagena que podía haberse colocado líder en solitario en caso de haber ganado.
El Ibiza fue un bloque consistente en defensa, pero muy inocente en ataque. Sus opciones llegaban la mayor parte de las ocasiones a balón parado, porque apenas eran capaces de soldar una o dos combinaciones bien desde las bandas o desde el centro. Con un poco de presión y contundencia, el Ibiza anuló su fútbol creativo y los de Alfaro se limitaron a dejar correr el partido a la espera de una ocasión, que sí les llegó a falta de 20 minutos para el final.
Eso sí, el entrenador local sabía qué debía hacer su equipo para limitar el control sobre el partido del Cartagena. Apretó la salida de los centrales. Era difícil salir con esa presión y, a veces, con la contundencia que se empleaban los locales. Pero también era complicado controlar el esférico en un césped artificial repleto de irregularidades en el bote, control o pase.
Los albinegros daban la sensación de querer hacerlo, pero de ser incapaces de conseguirlo, por lo que poco a poco cambiaron la apuesta para decantarse por el fútbol directo. Esta decisión fue todavía más equivocada. Moyita, Elady, Santi Jara y, por supuesto, Rubén Cruz ni olían el balón.
El equipo de Munúa andaba muy bien posicionado de medio campo hacia atrás, pero cuando le tocaba armarse en ataque era un auténtico desastre.
El preparador uruguayo advertía hace una semana, después de empatar ante el Real Murcia, que tenían un problema de regularidad y de concentración. En esta oportunidad no tanto de concentración sino de falta de ideas y de confianza. Es posible que los malos resultados de las jornadas anteriores les hagan tratar de sacar sus partidos basándose en la contundencia defensiva y de ahí crecer en ataque.
La primera parte la habían conseguido salvar hasta el minuto 68 de partido; la segunda ni por asomo ofrecieron visos de intentarla en los 90 minutos del encuentro.
El FC Cartagena no disparó a puerta hasta el tiempo añadido, lo que muestra a las claras que si no ha tocado fondo ya, este equipo está a punto de hacerlo y necesita una sesión urgente de psicoanalista para arreglar esos problemas graves que le han hecho cambiar el sino de su temporada.

Sequía anotadora

Rubén Cruz volvía a ser por segunda semana consecutiva la punta del ataque cartagenero. Desde que a Elady se le secó el acierto -su último gol fue ante el Melilla-, este Cartagena atraviesa por un desierto del que nadie ha sido capaz de sacarlo. Tres tantos en las últimas seis jornadas es un dato tremendamente negativo para un club que aspira a ser campeón de grupo. Sin los goles de Elady, el Cartagena se ha desarmado y ni Rubén Cruz ni Aketxe han sabido coger el testigo para mantener firme las esperanzas albinegras.
El Ibiza no hizo otra cosa más que los albinegros, sino aprovechar la ocasión cuando se le presentó. Fue en el minuto 68 cuando Núñez remató al fondo de la red un buen centro desde una falta lateral. Eso sí, el jugador del Ibiza estaba completamente solo. Nadie le acompañaba para evitar su testarazo tan claro.
Munúa trató de reaccionar dando entrada a Aketxe y Fito Miranda y el Cartagena no reaccionó tampoco así. Solo Fito Miranda, en el último minuto, tuvo un claro mano a mano con el cancerbero, que resolvía bien. Luego el propio portero evitó el gol al detener un remate que iba adentro cuando se cumplía el minuto 94 de partido.
Este resultado es fruto de una racha de mal fútbol del Cartagena que se alarga desde el pasado diez de marzo y que empieza a preocupar y mucho a club y afición.

No solo se ha perdido el coliderato detentado hasta ahora, sino que ahora toca mirar atrás para evitar que los que llegan le arrebaten un puesto de play off.
La Opinión

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