FC Cartagena 1-1 R. Murcia

Los jugadores del Real Murcia acabaron recorriendo todo el fondo norte del Cartagonova festejando con sus aficionados el empate logrado en feudo enemigo. Unos pocos futbolistas del FC Cartagena se quedaron al término del choque para dar las gracias a sus aficionados, que ya en ese momento habían puesto la mayoría 'pies en Polvorosa'.
El empate a uno en el derbi se interpretó de dos formas muy diferentes dependiendo de quién lo viviera. El FC Cartagena tenía a sus pies el regreso a la primera posición si superaba a un Real Murcia que llegaba con el temor de que pudiera salir demasiado perjudicado del Cartagonova.
A pesar de que el equipo dirigido por Gustavo Munúa llegaba al partido con una racha de cuatro encuentros sin ganar, nadie podía imaginar otro resultado que no fuera el de la victoria ante un enemigo con una trayectoria muy desalentadora y que animaba incluso a pensar en una goleada.
Pero no salió como todos podían esperar por varios motivos. El derbi, como bien dicen los entrenadores cada vez que se les pregunta, se vive fuera del campo con mucha pasión, pero dentro de la cancha a los jugadores también les cambia el chip y sus motivaciones pueden ser mayores.
Por otro lado, el FC Cartagena se vio con un 1-0 en el marcador a la media hora del partido y en la segunda parte empezó a dudar de su fútbol y su estilo. Munúa lo reconocía al término del partido. Perdió su identidad y, por tanto, también el sello que le ha llevado hasta lo más alto. 
El Real Murcia, que había pasado sin pena ni gloria la primera parte, detectó las dudas y trató de asaltar la portería de Joao. Si bien no se puede tildar de buen encuentro el de los granas, supieron morder cuando debían hacerlo e incluso pudieron llevarse la victoria en un último arreón del muleño Josema.
El técnico albinegro apostó de inicio por un equipo repleto de jugadores de calidad de medio campo hacia arriba. Decidió situar a Julio Gracia junto a Moyita, y Vitolo por detrás. El bloque cartagenerista tendría más llegada y más alternativas tanto con las entradas por banda de Santi Jara y Elady, como por los pases filtrados de Moyita en la parcela ancha del terreno de juego.
El preparador del Real Murcia decidió, por su parte, meter más peso en medio campo, con Maestre, Juanma y Miñano.
Los cartageneristas se hicieron con el control de la primera parte tal y como vienen haciendo la mayoría de los partidos. Tocaban y llegaban por las bandas con fluidez. El delantero titular ayer, Rubén Cruz, tuvo dos claras en los minutos 17 y 21 de partido. La primera tras un saque de esquina, pero su testarazo se marchó fuera por poco. La segunda fue por la otra banda, con centro de Santi Jara y nuevo remate del atacante sevillano que se fue desviado de nuevo.
Sin ser un dominio tan significativo lo cierto es que el Real Murcia no encontraba el camino de medio campo hacia arriba. Lo intentaba la mayoría de las ocasiones a balón parado y Chumbi se las tenía que ver con todos para buscar alguna que le sirviera para poner en aprietos a Joao. Lo intentó el aguileño con un cabezazo que repelía el portero nada más comenzar el partido y también en minuto 36 con otro remate que se marchó alto.
El bloque local encontró el camino de la portería a la media hora del partido, cuando una eléctrica combinación por la parte izquierda llevada por Jesús Álvaro la culminaba Santi Jara con un derechazo ajustado, lejos del alcance de Mackay.
El bloque local abría la espita y todo se presuponía más fácil una vez inaugurado el electrónico.
Pero el Cartagena tiene tras él un reguero de malos partidos que le han hecho perder su privilegiada posición. Los jugadores no juegan ya con esa sensación de superioridad y ahora el miedo empieza a atenazar las piernas de los jugadores, no tan seguros, no tan frescos y más ansiosos que hace un par de meses. Los de Julio Algar se marchaban al descanso con muchas cosas que cambiar para intentar poner en apuros a los de Munúa.
La segunda parte fue otro partido distinto a la primera. El Real Murcia, le quitó el balón al Cartagena, quería más pero no sabía cómo hacerlo y Chumbi era un náufrago en una isla a la espera de un barco que lo rescatara. La incertidumbre y el desasosiego de los locales lo palparon los granas, que decidieron echar un pie adelante, pisar campo albinegro y meter balones al área como síntoma previo de que algo estaba cambiando. Algar dio entrada a Josema y retrasó a Parras por el carril derecho. Juanma dejó su sitio a Curto. Ya lo tenía todo sobre el campo. Había que saber aprovechar las pocas opciones claras, bien en un saque de esquina o a balón parado para meter el susto en el cuerpo a los locales.
Armando, del libre directo, probó a Joao Costa, que mandó el balón a saque de esquina.
A todo esto, en el 71 se produjo un apagón que detuvo el juego diez minutos.
El árbitro dio 14 minutos de prolongación, lo que aprovechó el Real Murcia para sacarle punta al carril derecho. Josema volvió a ser crucial para filtrar un pase medido a Chumbi, que anotó el gol del empate cuando empezaba a antojarse para muchos que el encuentro no tenía pinta de acabar en empate. El empuje de los granas dio su fruto y el atacante volvió a ser crucial para salvar los muebles.
Josema pudo incluso hacer el 1-2 en un mano a mano que resolvía Joao in extremis al final.

El derbi reparte alegría y decepción a partes iguales.
La Opinión

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