RM Castilla 3-1 FC Cartagena

El Cartagena vuelve a casa con la sensación de que ha podido tirar toda la temporada en una nefasta primera parte. Los aficionados se rasgaban las vestiduras -con mucha razón- pegados a la televisión, al ver cómo su equipo, ese que tantos buenos partidos le ha brindado esta campaña, caía penosamente por 3-0 al descanso. Los jugadores no sabían qué ni cómo había pasado en esos minutos fatídicos del 24 al 36 en los que el Castilla ponía una tonelada de piedras encima del sueño de ascenso.
No se podía extraer ninguna conclusión positiva al descanso. Ni tan siquiera si analizamos el juego global del equipo en la primera y en la segunda parte, pero el fútbol es caprichoso y el gol de Santi Jara en el minuto 86 de partido , con un jugador menos y casi sin haber disparado entre los tres palos en todo el enfrentamiento, concede al Cartagena una segunda oportunidad. Nadie puede decir que sea fácil.
El Castilla martilleó las líneas defensivas albinegras con severidad y sin piedad, tanto que muchos fuimos los que pensamos que el 3-0 se presumía corto y que en la segunda parte podría caer alguno más y convertir la vuelta de esta primera ronda en un velatorio.
El bloque dirigido por Munúa jugó un partido que tiene muchos calificativos para definirlo. Ni ideas, ni método, ni plan b, ni arrojo, ni actitud...., nada de nada ante un oponente que fue mucho más efectivo y supo aprovechar a la perfección sus cualidades para dejar encaminada la eliminatoria.
Munúa se vio desbordado. Dice el entrenador que conoce perfectamente al rival, pero no fue capaz de contrarrestar el vendaval ofensivo en el que se convertía el bloque dirigido por José Manuel Díaz.
Los primeros 10 minutos del Cartagena no hacían presagiar la situación vivida más tarde. El equipo albinegro le quería quitar el balón al conjunto madridista. Normal, ya que el bloque de Munúa está acostumbrado a llevar siempre el peso de los enfrentamientos. Fueron quizá los instantes más tranquilos para los albinegros, que presionaban la salida de balón del Real Madrid Castilla y trataban de llegar al área de Luca Zidane desde la izquierda. Es cierto que el peligro era menor, pero la sensación era muy positiva.
Pero el modelo propuesto por Munúa, con tres centrales y dos carrileros le explotó en las manos al uruguayo con la irrupción de De Frutos, un viejo conocido para los cartageneristas ya que fue jugador del Rayo Majadahonda. El interior diestro puso la velocidad y el desborde y una endiablada verticalidad que desmontó el chiringuito de Munúa en un abrir y cerrar de ojos.
El equipo blanco es un experto en jugar con velocidad y verticalidad. De Frutos puso en aprietos cada vez que cogía el balón a Jesús Álvaro, primero, y a Luis Mata después. En una acción con balón controlado en la línea de tres cuartos, el carrilero cedía a Cristo, quien elevaba sutilmente el balón para encontrar a Dani Gómez. Este dejó atrás a Moisés y remató pegado al primer palo el tanto que inauguraba la eliminatoria.
El partido se encontraba, entonces, donde mejor le convenía a los locales. El Cartagena tenía que dar un paso adelante, pero siempre mirando de reojo para no perder balones en medio campo que pudieran favorecer la salida rápida de los locales. Dicho y hecho. Un balón mal jugado por Cordero lo recupera la defensa madridista, que toca rápidamente al centro del campo donde ya espera Cristo. Éste, muy listo, abre para De Frutos que a la carrera se marcha de Moisés, y ya dentro del área, cede a Dani Gómez, que marca a placer.
La contra fue de manual, nada que objetar a un Castilla que había leído perfectamente cómo interpretar el choque una vez abierto el marcador. Pero la pesadilla no acabó ahí en esta primera parte, porque otro error en medio campo del Cartagena, esta vez de Ayala, lo aprovechó Seonae para montar la contra. Balón en el borde del área para Dani Gómez. Le dobla Cristo, quien recibe en el área por la izquierda y marca con un zurdazo.
Más no se le podía pedir al Real Madrid Castilla. Menos tampoco a un Cartagena completamente desarbolado, confundido en la lectura del partido.
El descanso no mejoró ni mucho menos las cosas. Munúa apostó entonces por un 4-3-3, metía a Ramírez y sacó a Ayala- para enmendar los errores y meter más fútbol por las bandas.
Nada funcionaba. El equipo no era rápido en la circulación y el Madrid Castilla robaba cada balón que llegaba a un desenfocado Moyita. No se veía atisbo de cambio; el rival tenía bien atado el partido. Con el 3-0 sujetó bien la salida del Cartagena y el medio campo.
Para más disgusto, Moisés dejó al equipo en inferioridad tras la segunda amarilla que recibía en el 74.

El Castilla atacaba, pero le bastaba el 3-0, pero se encontró con un balón de Cordero al área y un remate en dos veces de Jara, que hizo el 3-1 y concede al Cartagena la facultad de soñar y luchar por una remontada.
La Opinión

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